Ex-presos COPEL: el paso detrás de la cámara

Personas que participaron en la lucha de la COPEL en los años 70 superan con este documental el guion más previsible, según el cual ellos serían protagonistas de una película tal vez suya, pero hecha por otras, y deciden escribir, dirigir y responsabilizarse de la parte técnica de una obra cinematográfica, en un poco habitual ejercicio de apropiación del lenguaje y de los medios de producción audiovisuales.

Viven así un proceso de autoformación sobre la marcha y, a la vez, de alianzas. «Progresivamente vamos conociendo el medio audiovisual y contactando con especialistas con mayor preparación. Se involucra Gemma Serrahima, autora de The Segovia big band [sobre la fuga de la prisión], hasta que al final contactamos con Metromuster para la posproducción y todo toma una forma digamos profesional, para conseguir acabar el documental de forma digna.»

Copel: una historia de rebeldía y dignidad «es un proyecto voluntario y sin preparación técnica, con la idea fundamental de narrar la propia historia a través de la recuperación de contactos de la época. Ha durado 13 o 14 años y ha pasado por diferentes etapas, incluso de discusión entre compañeros de COPEL que intervinimos al principio; algunos abandonaron por diferencias en el tratamiento que se le quería dar.»

Las diferencias sobre el planteamiento de la película reprodujeron debates históricos y antiguas dinámicas: «Por rigidez en planteamientos estratégicos, se cae a menudo en el debilitamiento de proyectos y en el ideologismo (mi partido, mi sindicato, mi forma exclusiva de ver las cosas). Cuando se trata de narrar un proyecto colectivo, tienen que ofrecerse miradas diferentes; no caben ideas fascistas pero sí, por ejemplo, los testimonios honestos y realistas de un funcionario de prisiones. Somos anticarcelarios, yo soy preso y tú carcelero… pero tuvimos una colaboración directa muy eficaz: a nivel logístico fueron muy importantes para sacar comunicados, introducir boletines y escritos… porque formaban parte de una organización efímera, la Unión Democrática de Funcionarios de Prisiones, que eran todos rojillos. Por otra parte, fueron fundamentales para denunciar a sus compañeros de trabajo, en el caso del asesinato y tortura de Agustín Rueda y en el de torturas sistemáticas en la cárcel de Herrera de la Mancha». Ambos casos quedan ampliamente recogidos en la película, y señalados mediante breves parones en forma de rótulos sobre negro, que apuntan con nombres y apellidos a los responsables de los crímenes.

De hecho, el filme se abre con una cita de Benedetti: «Todo se hunde en la niebla del olvido, pero cuando la niebla se despeja el olvido está lleno de memoria». «Es muy poética y revela la necesidad de empujar la niebla del olvido. La humanidad, los movimientos sociales, los pueblos, con voluntad, con osadía, incluso con inconsciencia; tenemos que narrar nuestra propia historia, porque ya sabemos lo que pasa si la escriben los ganadores.»

Otro proceso que reproduce el proyecto documental es el de politización, que significó el nacimiento de la COPEL. «Es una voluntad clara de narrar la COPEL como una experiencia primero de resistencia y luego de lucha activa, y progresivamente de empoderamiento paralelo al desarrollo de las luchas. La conciencia, conforme se iba realizando el documental, te permite dar otras miradas, contactar con gente, ver puntos de encuentro; te permite reafirmarte en que tu evolución y la de la lucha de COPEL no fueron equivocadas y en que estamos en el camino correcto. Esto duró poco tiempo: premio y castigo, heroína, represión… pero estoy seguro de que otros compañeros con los que he perdido contacto han roto también la cadena.»[…] Poder conectar con diferentes colectivos sociales, y de distintas generaciones, con este discurso anticarcelario o de lucha de esa época fue una experiencia muy útil en nuestra reafirmación política. En los debates, cuando interviene gente joven, sobre todo chicas, sus preguntas e intervenciones son también un aprendizaje mutuo.»[…] En la presentación en Girona, vimos llegar a personas con el llaç groc, provenientes de una concentración. Al principio no intervenían, pero hubo un libertario que se dirigió a ellos: “Habéis estado muchos años dormidos con el tema carcelario, cuando no habéis sido cómplices, con la construcción o la economía. Bienvenidos al mundo real”. Cualquier partido, la CUP también, carece de un programa sobre cárceles y código penal. La izquierda no tiene programa; asume el statu quo carcelario y no propicia el debate: es parte incuestionable de la estructura de Estado. Pero la actualidad está visibilizando que hay cárceles y presos, y una justicia de clase, imperial. La mujer de Cuixart, a los pocos días de su reclusión, escribió una carta muy emotiva que habría podido firmar la compañera de cualquier preso.»

Una dificultad habitual en los proyectos documentales es hacer una selección del metraje total. «Más de cien horas… Ha sido un gran problema porque yo era partidario de buscar testimonios sobre las cárceles de mujeres; aunque no hubo mucha lucha organizada, era fundamental testimoniar la causa. Al final, se retrata un poco la obra perversa de las Cruzadas Evangélicas. El testimonio de Elisabeth Almeda, una de las mejores conocedoras de las cárceles de mujeres, es fundamental, porque visibiliza su pésima situación a día de hoy: la falta de medidas alternativas, etc.»

En un momento en que la lucha anticarcelaria ha perdido presencia en el debate político y social, Daniel intuye lo audiovisual como una herramienta con potencial. «En la presentación de Iruña, se presentó una mujer que trabaja en un proyecto llamado “Penitencia”, recogiendo testimonios diversos para denunciar la hipocresía de la cárcel desde diferentes miradas: activistas, personas presas, antropólogos, abogadas… Hay atisbos de que puede estar avivándose el tema de la cárcel desde una perspectiva más o menos abolicionista. Con la experiencia que ha supuesto entender el potencial que tienen los audiovisuales, voy desarrollando la posibilidad de impulsar un documental con testimonios potentes y diversos, desde la perspectiva abolicionista y ofreciendo alternativas a la prisión. Abolicionismo de la institución cruel, de castigo, de dominación y de clase. Tiene mucho jugo, pueden conseguirse testimonios muy válidos y hacer que lleguen a los sectores populares, que es lo que hace falta: que la gente despierte un poco.»