El #25s y la perspectiva revolucionaria

Destituir el régimen parece ser la acción que la situación presente nos reclama. La respuesta en la red  y en la calle a la convocatoria del #25s lo ratificó así. Sin embargo, ¿cómo podríamos hacerlo? El siguiente texto apunta algunas reflexiones en este sentido. Precisamente ahora que, el 14 de Noviembre, jornada de Huelga General, existe un llamamiento a “rodear” parlamentos y ayuntamientos por todo el Estado.

 

Entre lo que se dice y lo que se hace

1.
El 25 de septiembre se nos convocaba en Madrid a rodear el Congreso «hasta que se vayan. Punto». Se nos llamaba a la destitución del régimen y a la apertura de un proceso constituyente. El #25S empezó en agosto como un huracán en internet. Parecía una locura, un salto al vacío… pero se acogió masivamente en la red y resonó con un entusiasmo ensordecedor. El llamamiento a la destitución del régimen surgía como el salto cualitativo que necesitaba el 15M: superación de una posición puramente defensiva, impugnación del todo, apelación a todos los sectores y un cierto toque épico. La red empezó a palpitar, día sí y día también, y a medida que avanzaba agosto quedó claro que íbamos a hacernos cargo de la convocatoria.

2.
Lo que se proponía era muy serio: «Destituir al régimen». Pero, ¿cómo podría hacerse? A mediados de agosto, tras semanas de cuestionamiento del proceso, el grupo inicialmente convocante, Plataforma En Pie, llamó a una asamblea abierta en Madrid. A partir de ahí se constituyó la Coordinadora 25s : asambleas públicas en el Retiro, streaming, grupos de trabajo, comisiones de comunicación, toda la maquinaria de la fracción organizada del 15M madrileño se puso en marcha para intentar dar consistencia a la convocatoria.

Sin embargo, mientras se acercaba la jornada se iba percibiendo cierta incomodidad, la que se instala cuando crece la distancia entre lo que se dice y lo que se hace. Porque lo que organizamos en Madrid no estaba a la altura del llamamiento. Un exceso de celo en que la jornada no se descontrolara fue rebajando el tono de lo que tendría que ocurrir, ni siquiera se quiso pensar en serio cuál debía ser el gesto excepcional que podría haberle dado suficiente gravedad a todo el asunto. La noche antes, la capacidad de generar conflicto desde nuestro lado se había diluido: lo importante no iba a ser producir un espacio de encuentro para intensificar el desafío, sino «hacer la imagen».

3.
Tras ser interceptados e identificados en el trayecto, decenas de autobuses provenientes de todo el Estado son recibidos en Atocha y Plaza España. Comida popular, breves momentos de confraternización y expectación. A las 16h, en esos dos puntos de encuentro unas 1000 personas participaban en asambleas informativas. A medida que avanzaba la tarde ambas plazas se iban llenando y hacia las 18h se iniciaron dos marchas, de unas 10.000 personas, para rodear un congreso fortificado con centenares de vallas y 1600 antidisturbios.

Debido al perímetro de seguridad que bloqueó todas las callejuelas alrededor del Congreso, las marchas, llegando desde arriba y desde abajo no pudieron sino encontrarse en la plaza Neptuno. Sobre las 19h, entre 30.000 y 50.000 manifestantes se hallaban frente a las barricadas de la policía. En ese momento no se supo muy bien qué hacer, entre la tensión y el aburrimiento nos quedamos en la plaza delante de la policía. Ninguna otra cosa estaba bien preparada. Sobre las 21:30h, a la primera provocación, la policía cargó. Resistimos un poco, la policía volvió a cargar y a pesar de que algunos miles íbamos y veníamos con la intención de volver a tomar la plaza, la tensión era demasiado alta. Pelotas de goma, escuadrones de antidisturbios, porrazos, enfrente algunas piedras, algunos miles de personas y ninguna previsión. Militarmente no había nada que hacer. El lugar era inhóspito, una encrucijada de amplias avenidas en pleno centro de una gran ciudad, tampoco estábamos preparados. Finalmente llegó la dispersión, cargas esporádicas, detenidos y heridos. Aunque uno pudo haberlo sido, no hubo heridos graves, y los detenidos fueron puestos en libertad dos días después.

Se volvió a convocar el 26 y luego el sábado 29, esta vez directamente en Neptuno, lugar de la mejor imagen del #25s. Nadie en Madrid tenía ganas de apostar fuerte. La salida será irnos a casa y volver a convocar, en un mes, a «Rodear el Congreso», esta vez para impugnar los presupuestos. Como era de prever, un mes después todo el entusiasmo de la convocatoria se había disuelto. Sin embargo, la primera respuesta de la red había señalado la destitución del régimen como aquello que la situación nos reclama. No haber cancelado la acción permite que la realidad pueda sorprendernos.

4.
Pero la realidad debería sorprendernos, porque analizado fríamente, vemos que se ha estado jugando a la representación. Aunque en la calle, seguimos en el plano de la política clásica, es decir, el de la diferencia entre lo que se dice y lo que se hace. Se dice que vamos a destituir el régimen y luego se prepara una mani. ¿Los movimientos se debaten únicamente en el ámbito de lo simbólico y lo discursivo? No quiere ser así. Un ejemplo es la lucha contra los desahucios. Lo único que se puede concluir es que hay una dolorosa falta de realidad en los movimientos. Esta falta de realidad radica en que planteamos acciones que no cambian ni las vidas, ni el estado de cosas, ni la relación de fuerzas.

No obstante, sí que existe un enorme deseo de cambio. Por tanto, lo que hay es una estrepitosa falta de estrategia revolucionaria, es decir, de perspectiva.

Formas de lucha

5.
Hoy en día, la perspectiva revolucionaria, aquella que apunta a una transformación irreversible, no puede sino avanzar a saltos. Necesita, para circular y hacerse común, de momentos densos, de momentos de excepción, de cierta quiebra de la normalidad. Hacen falta formas de lucha adecuadas a la situación. Ni manifestaciones pacíficas con reivindicaciones claras. Ni disturbios espectaculares. Manifestaciones y disturbios son dos herramientas que por sí solas no arreglan nada. Una estrategia revolucionaria las integrará en un repertorio táctico, dentro de una perspectiva de quiebra irreversible con el régimen, de acuerdo a una situación donde conlleven un incremento de potencia.

Algunas pensamos que una forma de lucha adecuada al momento presente consiste en la apertura de situaciones donde se logra la indistinción entre vida y lucha. La ocupación prolongada de plazas públicas, de centros de salud o de universidades; una manifestación como la del 15 de octubre del 2011, que termina en la toma de un edificio para familias desahuciadas; batirse durante semanas con la policía en los montes de Asturias o del Val de Susa; quebrantar a las fuerzas del orden durante días en los campos y bosques de Notre-Dame-des-Landes, en Nantes. Común a todas estas luchas es: 1) La duración, como en las huelgas de verdad del viejo movimiento obrero. 2) La intensidad de los encuentros, de la circulación de prácticas y enunciados. 3) La aceleración de la coordinación. 4) El ser territorios en pie, la indistinción de vida y lucha.

Todos estos momentos no son sino fragmentos. La constelación que podría articularlos, entre ellos y con otros, es la que apunta a la destitución planetaria del capitalismo. Ésta es la perspectiva que el presente nos exige construir.

6.
La virtud del #25s es haber puesto sobre la mesa una cuestión fundamental: la pregunta por el poder destituyente y la constitución de otro mundo. Sin embargo, sin una perspectiva de ruptura, adecuadas formas de lucha y, sobre todo, la construcción de bases propias y de una fuerza material autónoma es una cuestión que no vale la pena plantear.

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