Hay una coincidencia generalizada entre periodistas de información local o vecin@s asidu@s a los plenos y audiencias públicas de Ciutat Vella, respecto a una actitud evasiva que a menudo roza la dejación de funciones, de la regidora Mercè Homs. El ejemplo más flagrante es el caso de la marina de lujo proyectada para el Port Vell. En noviembre de 2011, la regidora reconocía ante los vecinos de la Barceloneta su ignorancia de un proyecto que llevaba meses gestándose, pese a que su compañero de partido, Antoni Vives, lo conocía de primera mano como miembro del consejo de administración de la Autoritat Portuària. «Que el senyor Vives hi sigui és com si hi fos jo» (Masala n.º 63). Así despachaba la cuestión Homs, dando a entender que la presencia del regidor de Hàbitat Urbà en la administración portuaria la exime de disponer de información en tiempo real sobre un plan que afecta al Districte de manera directa y estratégica.
Después de un año, puede concluirse que el Districte, si no está descabezado, está mediado por un sistema de relaciones que no se corresponde exactamente con el árbol jerárquico municipal. Al respecto, y sin descartar otros espacios de influencia también determinantes, hay que fijarse atentamente en Antoni Vives. No necesariamente como «poder en la sombra» pero sí como una figura más decisiva que la propia Mercè Homs en el presente y el futuro de Ciutat Vella.
Un todoterreno de la relación entre política y empresa
Economista especializado en comercio internacional y marketing, la vida política de Vives pasó en apenas una década del independentismo extraparlamentario en el Moviment de Defensa de la Terra (MDT) a detentar la secretaría de Planificació Econòmica en el último gobierno de Jordi Pujol. Entre una cosa y otra, trabajó como alto directivo de Nissan, fue su representante en el lobby automovilístico, y su currículum contiene una ambigua referencia a «trabajos relacionados con el comercio internacional, fundamentalmente en Oriente Próximo».
Este todoterreno del vaivén entre política y empresa, fue presidente de la subvencionada Fundació Ramon Trias Fargas y le rozó el rostro una bala entre las ráfagas del caso Millet. Hoy ocupa el principal centro de poder del Ajuntament: la cartera urbanística, un virreinato dentro de la estructura municipal, tal y como mostró el caso Palau. A pesar de que dos de sus cargos de confianza (el arquitecto jefe Vicent Guallart y el director de Barcelona Regional Willy Müller) están totalmente desacreditados, y que la dirección de la política urbanística parece desnortada, la figura de Vives no sólo no ha sufrido desgaste alguno sino que se fortalece día a día.
Él fue quien llevó el peso del viaje a China realizado en septiembre por una delegación del Ajuntament en busca de inversores; y él mismo ha adquirido un papel estrechamente comprometido con la otra gran apuesta para la proyección internacional de Barcelona: la reforma del Port Vell. En ambas apuestas Antoni Vives es el nexo entre el lobby portuario y el poder político.
Una implicación con el Port de perfil bastante más alto que sus antecesores y que pone en duda su capacidad para diferenciar las ambiciones de la Autoritat Portuària de los intereses de la ciudad. Más todavía si tenemos en cuenta de que entre las líneas estratégicas marcadas por el gobierno de CiU para la política urbanística, el proyecto más importante vinculado a Ciutat Vella es precisamente el del Port Vell y que el ámbito Port-Ciutat es estratégico para el futuro del Districte.
Mercè Homs
Aparte de este papel, Vives tiene una relación directa con algunos de los principales cargos políticos de CiU en el Districte, empezando por la propia regidora, lo que le da un campo de influencia que va más allá de su posición en el organigrama municipal. Mercè Homs, compartió despacho con Vives durante la legislatura anterior. Un hecho contextualiza bastante gráficamente el ascendiente y la fe ciega que le confiere la regidora.
Joan Anton Sánchez de Juan
Actualmente directortécnico de Anàlisi Estratègica del Gabinet de l’Alcaldia, es presidente de la Comissió Consultiva d’Habitatge i Urbanisme del Districte y seguramente el mejor formado del equipo de CiU en Ciutat Vella. Antropólogo con una prolífica producción académica, seguramente no ocupa un lugar más relevante en el porque no se apellida ni Homs ni Puig ni Vidal de Llobatera. Aun así, tanto sus afinidades intelectuales con Antoni Vives como su trabajo como director de Estratègia i Gestió del Coneixement de la Fundació Ramon Trias Fargas en la época en la que Vives era su director (2004-2007), lo sitúan como otro eje de influencia de aquél.
Quim Torra i Plà
Técnico de confianza de AntoniVives según la periodista de El País Blanca Cía( «Quim Torra, primer director técnico del Museo del Born», 06/09/2012), el actual director de FOCIVESA es íntimo amigo del teniente de alcalde de Hàbitat Urbà. Por lo visto, su entrada a una empresa mixta llamada a ser liquidada en 2013 no era más que una transición para ocupar cargos de relevancia estratégica. Torra ha sido designado director del futuro museo del Mercat del Born, donde se volcarán 16 millones de euros, el 11% del presupuesto en cultura para el 2013, y que quiere ser convertido en el emblema cultural de CiU. Torra, el más importante de los ejes de influencia de Antoni Vives en Ciutat Vella por su proyección, seguramente será determinante en la política en materia arquitectónica y patrimonial de CiU para el centro histórico.
Unos servicios técnicos y jurídicos intocables
A otro nivel, aunque han cambiado algunos nombres, CiU no ha tocado la estructura de los servicios técnicos y jurídicos heredada del PSC. Ha mantenido a Mercè Massa a cargo de la gerencia; ha colocado a un arquitecto de la casa, Josep Maria Coll Estruga, al frente de los servicios técnicos; y a un técnico procedente de Badalona, Alfred Lacasa Tribó, a cargo de los servicios jurídicos. En cualquier caso, la estructura que dio lugar a uno de los casos de corrupción más escandalosos de los últimos años, se mantiene intacta.
No hay que desdeñar que el aparato técnico, en un barrio como Ciutat Vella en que la lucha por hacerse con un lugar en el mercado tiene mucho que ver con la relación con el orden burocrático, sea otro polo de influencia en una medida mayor de lo que ya es. El abandono político de CiU, apostando por una gestión sin perfil político, crea condiciones para que el propio aparato técnico pueda ocupar más espacio y poder del que ya ocupa.