«Lo que no puede ser es que en el Eixample las prostitutas puedan trabajar dentro de locales y aquí no» (La Vanguardia, 9/09/2009). La afirmación de la ex regidora del Distrito de Ciutat Vella Itziar González habla de una doble moral que es el común denominador de todo el arco institucional del Ayuntamiento de Barcelona en materia de prostitución. En las distintas combinaciones de tripartitos, bipartitos, sociovergencias y ppvergencias, el Raval coincide en ser la zona que más excita la voluntad del uso de la fuerza para afrontar una cuestión compleja como el trabajo sexual.
Este debate, clave para las cuestiones de comunidad y convivencia en el Raval, se ha abordado por sistema sin contar con las trabajadoras sexuales, muchas de ellas residentes en el barrio, ni con el resto de habitantes con voz sobre el tema. El nuevo Plan de Usos, actualmente en proceso de alegaciones, no es una excepción. Aunque a menudo el Ayuntamiento ha pretendido escudarse en la opinión de una parte del vecindario para imponer mecanismos exclusivamente represivos, la prostitución se muestra como una realidad irreductible. Tanto que, tiempo después de las citadas declaraciones de Itziar González, la plataforma vecinal Raval per Viure, que se había caracterizado por defender medidas fundamentalmente policiales en el espacio público, realizó una propuesta para abordar el trabajo sexual que pasaba por su reconocimiento y regulación: la emulación del modelo de barrio rojo de Amberes.
Sin detallar en qué consistían una y otra propuesta, ni la idea de la ex regidora ni la de Raval per Viure (que provocaría serias diferencias entre los miembros de la plataforma) conseguirían abrir brecha en el cóctel institucional y mediático que conforman Raval y prostitución. Una cuestión incómoda que es también un juguete muy útil para maniobras de distracción.
Prohibida significa criminal
Del nuevo Plan de Usos de Ciutat Vella, hay poco de nuevo en este aspecto. El anterior plan prohibía en todo el Distrito la apertura de meublés y de locales donde se ejerciera prostitución, y la propuesta actual mantiene ambas prohibiciones. Si acudimos a la normativa general, las condiciones de emplazamiento del epígrafe «salas de exhibición sexual, locales donde se ejerce la prostitución y sex-shops» son las siguientes: locales de acceso directo a la calle, que no sean contiguos a viviendas y que tengan una distancia mínima de 200 metros respecto a «usos protegidos» (escuelas, centros cívicos…) y de otros locales con actividad semejante. Aunque Clarisa Velocci, de la asociación Genera, afirma que así «es prácticamente imposible abrir un local de estas características en ningún punto de la ciudad», lo cierto es que en la abigarrada topografía del Raval, donde cualquier sitio puede estar a 200 metros de cualquier sitio, hablaríamos de un más difícil todavía. Si la normativa ya prohíbe de facto, poner el énfasis en el concepto de prohibición tiene también una función política, concretamente estigmatizadora: prohibida significa criminal.
Geografía variable y doble moral
Una comparativa con las normativas de concurrencia pública de otros distritos confirma una doble vara de medir. Sólo el caso del Port Olímpic contiene una prohibición. En cambio, en Les Corts, uno de los puntos de mayor actividad, el trabajo sexual ni siquiera se cita en la normativa. En el caso de Gràcia se flexibilizan las condiciones de la normativa general: las distancias entre locales de actividad semejante se reducen a 150 o incluso 75 metros según las zonas.
El Plan de Usos de Ciutat Vella es el único que prohíbe la obtención de licencia de hostal meublé, enmarcada habitualmente entre las actividades de pensión y hotelería. Exceptuando el caso de Horta-Guinardó, donde la normativa exige que los meublés no sean contiguos a viviendas, el resto de normativas de Distrito no explicitan ninguna condición especial al respecto. En cambio, la normativa de Ciutat Vella impone un veto total y absoluto…con una excepción: el área portuaria.
En función de la geografía, la moral de CiU también tiene su zona duty free. Además de los dominios portuarios, el Plan de Usos de Sarrià-Sant Gervasi tampoco establece ninguna normativa específica referente a los meublés.
Y en cuanto a locales donde se ejerza la prostitución, en su artículo 24, que regula la dotación de aparcamientos, establece que los «locales con exhibición sexual, prostitución con bar y prostitución con espectáculo, con una superficie global superior a 50 metros cuadrados, dispondrán de una plaza de aparcamiento por cada 10 metros cuadrados». A estas alturas parece que la moral de Xavier Trias, que alguna vez ha hablado de la prostitución como «la esclavitud