«El pasado sábado 23 de febrero, fallecía Arafat Jaradat, un palestino de 30 años, bajo custodia israelí. La autopsia confirmaba que había muerto víctima de la tortura. Al hacerse público este hecho, más de 4.500 reclusos palestinos se pusieron en huelga de hambre. Al funeral de Jaradat, en su ciudad natal, acudieron más de 10.000 personas. En otro orden de cosas, Barack Obama tiene prevista su llegada a la región a mediados de marzo para “relanzar la paz”…»
Una tras otra, las noticias sobre lo que pasa en la franja de Gaza llegan a nuestros oídos… al mediodía, mientras comemos veloces información y croquetas. Hace años, décadas, que es así. Con mayor o menor intensidad, en función de la agenda periodística. Desde el siglo pasado.
Noviembre de 1956. La nacionalización del canal de Suez, por parte del gobierno egipcio, lleva al Estado de Israel, apoyado por los gobiernos de Gran Bretaña y Francia, a declarar la guerra a Egipto, en lo que se conoce como el conflicto del Sinaí. Las fuerzas israelíes ocupan la franja de Gaza, base de posiciones militares egipcias y territorio donde viven decenas de miles de refugiados palestinos. En ese escenario se desarrollan los dos episodios que relata el periodista Joe Sacco (Malta, 1960) en Notas al pie de Gaza. El 3 y el 12 de noviembre de aquel año, se produjeron dos matanzas, silenciadas por la historia oficial, pero que perviven en la mente de los supervivientes, niños en aquel momento, ancianos en la actualidad. Árabes que hoy en día son expulsados de sus casas por bulldozers, por la acción de los francotiradores apostados en las torres de vigilancia, y abocados, irremediablemente, a asistir a los funerales de sus hijos y nietos, como años ha, fueron empujados a enterrar a sus padres y tíos.
El 3 de noviembre de 1956, fue un fusilamiento masivo en Khan Younis. Contra una pared. Murieron 275 tenderos, maestros, médicos, campesinos. El 12 de noviembre, en Rafah, un megáfono móvil anunciaba a todos los hombres de entre 15 y 60 años que debían dirigirse al patio de la escuela. Allí, centenares de vecinos fueron vejados, aterrorizados, apaleados. Los hicieron descalzar. Los asesinaron. Hubo 111 víctimas mortales.
El periodista Joe Sacco, que reside en Estados Unidos, ha dedicado varios años de su vida a investigar y a dibujar sobre la situación en Oriente Próximo. Su primer trabajo sobre el tema, Palestina (PlanetaDeAgostini Comics, 2002), tiene continuidad en Notas al pie de Gaza (Mondadori, 2010), un cómic que dignifica el rol del periodista de investigación, del cronista de guerra, del desenterrador de la memoria histórica colectiva. Durante tres meses, en dos viajes a la franja de Gaza, Sacco entrevistó uno por uno a un buen número de ancianos que, con contradicciones, olvidos y mucho miedo, fueron reviviendo para él y para nosotros, todos los pormenores y horrores de aquellos episodios. Armado con un bloc de notas, una cámara de fotos y mucha paciencia, Sacco recopiló testimonios de decenas de hombres y mujeres, cuyos hijos, ofendidos, le interpelaban: «¿Por qué escribe sobre 1956? Ahora es mucho peor. Hasta mi padre lo dice. […] ¡Aquí, cada día es 1956! 1956 es cosa de mis abuelos. Pero éste [señalando a su hijo]… ¡está vivo! ¡Y yo estoy vivo también!». Tinta oscura, trazo firme y poca interpretación. Los recuerdos de los viejos hablan por sí solos. El fatalismo de los jóvenes también. Hay que leerlo, para que, al menos, este genocidio de ayer y de hoy no ocupe sólo tres minutos de nuestra vida a la hora de comer.