Nuevos feminismos


Masala

Silvia L. Gil ha escrito el libro de su vida, literalmente. Esta licenciada en filosofía, activista del movimiento feminista, decidió en su día recopilar, documentar y contar la historia del movimiento feminista más allá de la década de 1980, momento en el que se paran casi todos los relatos que retratan la consolidación del movimiento feminista en el Estado español.

Comienza con una interesantísima cronología de la creación de movimiento feminista estatal, desde los años setenta. Una historia que ya ha sido contada en otras ocasiones, pero que siempre se agradece ver publicada en un libro bien editado y difundido. Tras esta introducción, entramos rápidamente en materia. ¿Qué ocurre a principios de los noventa en el feminismo? Es la década del declive de las organizaciones clásicas, de las Olimpiadas y la Expo’92, de la cultura del pelotazo. Parece que todo está acabado. Sin embargo, encontramos minúsculas iniciativas, en todos los ámbitos, que comienzan casi desde cero, separándose de las tradiciones militantes anteriores y creando nuevas formas de organización, nuevos discursos y nuevas alianzas.

Silvia las incluye bajo el paraguas de la Autonomía, título del primer capítulo del libro, y término que acompañó a la definición de muchos nuevos movimientos sociales que se gestaron en aquella época. El movimiento feminista también hizo suyo este concepto, sobre todo para diferenciarse de las políticas feministas gubernamentales, las organizaciones feministas que comenzaban a vivir de subvenciones y de las feministas clásicas del movimiento que demandaban cierto reconocimiento por su trabajo. En los noventa, se pasa de la unidad del movimiento feminista a la fragmentación. Y de la fragmentación, a la multiplicación de grupos y colectivos, que comienzan a trabajar desde sus singularidades.

Silvia, se reconoce heredera de esta etapa política; su activismo feminista comienza en la Eskalera Karakola. No obstante, abre su primer capítulo con una reflexión muy interesante sobre el concepto de «autonomía», reflexión que puede hacerse ahora que ya somos mayores y podemos revisitar a nuestros clásicos. Reflexiona sobre el peligro de idealizar la autonomía y la tendencia a crear guetos. Se pregunta: «¿Qué sentido tendría la idea de separarse del poder, aunque fuese hacia el idilio soñado, cuando es el poder el que se dedica a separar, privatizando la vida, individualizando la experiencia , insistiendo en la soledad?».

Nuevos feminismos. Sentidos comunes en la dispersión fue terminado en setiembre de 2011, meses antes de que estallara el 15M. Sin embargo encontramos en el libro anhelos de algo que podría ser, de volver a la unidad política pero sin negar las diversidades. Anhelos que la autora presenta en clave feminista, desde la crítica a la organización actual de los cuidados, que entiende como «punta de lanza contra el ideal de “autonomía” capitalista». Recoge aquí análisis que provienen de la economía feminista, con Cristina Carrasco y Amaia Pérez Orozco como referentes.

Ésta es la gran aportación de Silvia Gil en su libro, esta capacidad de autocrítica, de repensar el movimiento y de resistir. Sólo hay que escucharla en las presentaciones que realiza, donde el 15M ya entra a formar parte de su cronología y la tendencia de los movimientos autónomos a aislarse se revierte en la comunión con las masas, con la gente, con los otros y otras; generando esos sentidos comunes en la dispersión.

El resto del libro resulta más difícil de encajar en este hilo conductor. El segundo y tercer capítulo funcionan más como una recopilación de grupos y momentos que como una reflexión sobre la evolución del movimiento. Además, hay ciertos vacíos al contar la historia del feminismo en otras ciudades que no son Madrid, y podemos ver en todo momento que la autora nos cuenta su trayectoria militante. Así, aparece la coordinación de mujeres dentro del movimiento de okupación, que daría lugar a la revista Mujeres Preokupando, la aparición del movimiento queery las propuestas posporno, y la introducción poco a poco de las nuevas sujetas políticas del feminismo: mujeres migrantes, trabajadoras sexuales, precarias… que han llevado al movimiento a innovar y generar teoría alrededor de los trabajos reproductivos.

Con todo, el libro es una interesantísima obra que funciona como recopilación de la  memoria histórica, y visibiliza a numerosos grupos feministas, que normalmente no suelen difundir ni documentar su trabajo. Además, está muy bien escrito y es de lectura amena. Por tanto sólo queda decir: gracias, Silvia, por contar nuestra historia.