A un año de cumplirse el vigésimo aniversario del Ateneu Llibertari del Xino, quedamos con Paco el Xino o Paco el Escultor frente al Gato de Botero para hacer un repaso del barrio y de lo que fue, es y será el Ateneu. Persona discreta y de carácter afable, se muestra tímido y a la vez risueño al conocer que será nuestro próximo entrevistado. Comentamos la letra y el origen de la canción que dan título a esta columna; una forma de darle contenido al escrito, no sólo a la persona.
De origen malagueño, nacido en la Barcelona no cosmopolita lleva más de treinta años siendo vecino del Raval: «Estudié en Ciutat Vella, pero fue durante mi formación en la Massana cuando, con algunos compañeros, pillamos un taller para trabajar escultura y entonces me instalé en el barrio. Cuando me mudé a la calle Riereta ni siquiera estaba pavimentada; las cloacas y los contenedores estaban llenos y rebosantes de basura. Para los vecinos que vivían en los bajos era bastante humillante y sufrido. Aunque siguen habiendo vecinos de siempre, el espacio físico, los usos y los servicios están cambiando. Un ejemplo claro es el MACBA, un museo al cual no estamos invitados. Sí es verdad que, de vez en cuando, se hacen cosas interesantes pero nunca ha sido un equipamiento pensado para el provecho de los de aquí».
El Raval estaba huérfano del Ateneu Llibertari que había cerrado años atrás, como nos explicaba Manel Aisa en una columna anterior. Seguía existiendo el Sindicato de la Construcción, así como colectivos de divulgación cultural antiautoritaria que, sumados a la inquietud y iniciativa de un grupo de jóvenes, recabaron apoyos para recuperar el Ateneu por el 1994. «Se nos dio la posibilidad de alquilar un local, en la calle Robadors, que tuvimos que reformar y habilitar desde el primer día ya que, entre otras cosas, no cumplía con la altura mínima del suelo al techo exigida por la normativa de locales públicos. Se dedicaron muchos esfuerzos al local, mientras tanto el propietario no se hacía cargo de las reformas, a la vez que sufríamos una persecución ideológica por parte de la Administración y la policía. Al cabo de unos meses, celebramos la inauguración del Ateneu y dimos a conocer el local, así como nuestras actividades. Era un tiempo de mucha persecución policial a jóvenes sin papeles y muchos de ellos venían a refugiarse al local. También disponíamos de actividades para los hijos de las mujeres que trabajaban en la calle, así como obras de teatro, conciertos, conferencias o exposiciones. En nuestro primer aniversario, quisimos celebrar la fiesta en la plaza Salvador Seguí pero un grupo que se declaraba propietario de la plaza nos provocó y nos boicoteó las actividades ante la permisividad de la policía. Este hecho nos sirvió para realizar una reflexión profunda sobre el barrio y el papel que queríamos desarrollar como Ateneu. La policía nos marcó desde el primer momento, la droga circulaba con cierta impunidad, los chulos controlaban las calles, la Administración no dialogaba, cada vez habían más obras en la zona y la falta de higiene en las calles provocaba unos niveles de insalubridad intolerables. Junto con los vecinos, empezamos a anunciar la falta de actuación de la Administración en el barrio y ellos, por su parte, nos denunciaron porque, según el Ayuntamiento, no cumplíamos con la normativa de locales públicos; litigio que acabó derivando en el precinto del local en 2007 y con procesos judiciales que, a día de hoy, siguen trayendo cola.»
Con Paco, uno percibe fácilmente que una de sus virtudes es ser hombre de palabras justas y, así, seguimos repasando diferentes aspectos y sucesos del Raval que coincidieron con los inicios del Ateneu: la alarma social por los casos de pederastia surgidos en el Casal dels Infants del Raval y bien narrada en la película De nens, de Joaquim Jordà; el proyecto inicial de la Illa Robadors, recurrido por la Taula del Raval; los intereses inmobiliarios; la Rambla del Raval; el nuevo hotel; la Filmoteca; los turistas…
Para Paco, «la Barcelona no cosmopolita empieza su transformación a golpe de eventos: la Exposición Universal, el Mundial de 1982, los JJ.OO., el Fòrum de les Cultures… Se aprovechan estas fechas para limpiarle la cara a la ciudad y siempre a costa de los ciudadanos de aquí. Antes no había turismo, sólo el de los barcos y los portaaviones que atracaban en el puerto y llenaban la ciudad de turistas borrachos. Es complicado sentirse identificado y apegado a este modelo de barrio y de ciudad; siento que nos están desplazando. Antes eran las inmobiliarias las que traían más gentrificación, ahora es el turismo y los políticos de turno que han decidido que los que no pensamos como ellos, quizás, deberíamos estar fuera de aquí, de nuestro lugar. La situación es poco optimista porque no nos están dando alternativas».