Prohibición de nuevos comedores sociales en El Raval
En todas las zonas del Distrito, a la categoría de «Associacions d’atenció social (menjadors socials)» se le aplica una «condición de densidad en radio de cien metros»: un máximo de dos establecimientos de asistencia social en cien metros a la redonda. Curiosamente, al epígrafe «Canòdroms, hipòdroms o altres similars» se le aplica una condición semejante pero admitiendo tres licencias por zona, sin que se explique qué sentido tiene limitar la asistencia social o potenciar la cantidad de canódromos. En el caso concreto del Raval, esto es más grave aún. Se prohíbe la apertura de nuevos comedores sociales, bajo una condición ideada ad hoc para este barrio y esta actividad: «només s’admeten els (tres) existents actualment». ¿La motivación? En las casi cien páginas del Plan de Usos, no se justifica esta medida, pero podemos adivinar en ella un mito y un rumor: el supuesto efecto llamada que las infraestructuras asistenciales ejercerían sobre las personas en situación de pobreza de otros barrios. Una afirmación repetida mil veces, pero nunca demostrada, y que se enfrenta a lo que sí se sabe con los datos en la mano: que Ciutat Vella es el tercer distrito con menos renta familiar disponible y que el Raval ocupa un lugar destacado entre los barrios con mayor pobreza estructural.
Ataque a las actividades culturales sin ánimo de lucro
En otro ámbito, el plan pretende una diferenciación entre «asociaciones culturales sin actividades simultáneas» y «asociaciones culturales con actividades simultáneas», para aplicar a estas últimas condiciones más estrictas que las correspondientes a la actividad hotelera: un máximo de tres establecimientos en un radio de cincuenta metros y la obligación de dar de baja una licencia en otra parte del distrito para obtener una nueva. Pero, además, hay cuatro zonas del Distrito donde ni siquiera por esta vía es posible abrir espacios de actividad cultural independiente: Raval Sud, Raval Oest, Gòtic Sud y La Ribera. Teniendo en cuenta la censura ejercida por la actual regiduría con actividades como el Cine a la Fresca del Raval o el mural contra las redadas y el racismo en el equipamiento del Pou de la Figuera (véase Masala n.º 64), ésta es una medida con claros fines políticos.
Saturación comercial: de 2 a 10 Áreas de Tratamiento Específico
Como si para un enfermo de cáncer de pulmón se interpretara que la buena salud de su hígado bien permite ducharlo en whisky, aquí se interpreta que aquellas zonas con menos actividad hostelera merecen incrementar el número de restaurantes para alcanzar un nivel de saturación equivalente al resto. Las Áreas de Tratamiento Específico, destinadas a incrementar esta actividad en detrimento del comercio de proximidad, pasan de dos a diez, y entre ellas llaman la atención dos espacios con una realidad social compleja y conflictiva: los entornos del Forat de la Vergonya y de Robador, sobre los que el Distrito quiere entrar con tenedor y, sobre todo, cuchillo.
Hoteles en edificios catalogados: clientelismo y corrupción
La clara victoria del lobby hotelero en la aprobación del Plan de Usos puede encontrarse incluso en algunos aspectos insospechados, como por ejemplo éste: «las actividades complementarias de restauración y ambientación musical que se ubiquen en establecimientos hoteleros no deberán cumplir las condiciones de emplazamiento del Plan de Usos (densidad y condición de baja) siempre que su superficie no supere el 25% de la superficie útil total». Los hoteles se convierten así en un paraguas de inmunidad administrativa, que puede provocar mutaciones y alianzas entre la industria hotelera y hostelera, tan imprevisibles como inquietantes.
Esto adquiere más relevancia teniendo en cuenta que los elementos del plan anterior que se mantienen, como la condición de permuta de una licencia de baja por otra de alta, quedan desactivados por una excepción llamada a convertirse en norma: la posibilidad de abrir nuevos hoteles en edificios catalogados, condicionada a la aprobación del pleno.
Este último aspecto, que se ha presentado como medida de control, es en realidad todo lo contrario. Que la concesión de licencias no dependa de criterios objetivos sino de decisiones, estrategias y alianzas políticas −en las que el empresario interesado debe ejercer su particular influencia− no aleja las sombras todavía recientes de corrupción en el Distrito. Contemplando la afinidad existente entre las derechas catalanista, españolista y hotelera, este mecanismo crea un terreno de clientelismo que puede derivar, sin exagerar, en la milletización de la política institucional del Distrito.
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Agrupación de apartamentos turísticos y mobbing
La supuesta prohibición de nuevos apartamentos en el Distrito ha sido el guiño mediático reservado para los sectores vecinales más críticos con el turismo. Pero pinta como un gesto cara a la galería, hasta que no se aclaren algunas cuestiones. Por ejemplo, cuál es la autoridad real del Distrito después de que la Llei Òmnibus eliminara el requisito de licencia municipal para los apartamentos, limitando el trámite a la inscripción en el Registre de Turisme de Catalunya. Por otra parte, la Generalitat no ha ofrecido datos sobre los resultados del proceso de regularización iniciado en junio de 2012, y que daba tres meses para sacar a la luz los apartamentos ilegales. Finalmente, la medida concretada en el Plan de Usos es, en realidad, una amnistía de seis años en lo que se refiere a la prohibición de apartamentos en escaleras de vecinos. Los empresarios del sector tendrán ese tiempo para agrupar sus licencias en bloques donde sólo existan apartamentos. La trampa es que podrán «completarse» edificios donde actualmente existan tanto viviendas como apartamentos cuando lo solicite el cien por cien de los propietarios del edificio. Algo que deja desprotegidos tanto a inquilinos como a pequeños propietarios y que Maria Mas, de la Associació de Veïns del Casc Antic, denunció durante la presentación del plan como «caldo de cultivo para nuevos casos de mobbing».
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Un proceso participativo restringido al PP y al lobby hotelero
En el Masala n.º 66, explicábamos el proceso de aprobación del nuevo Plan de Usos como un intercambio entre CiU y PP: «capital mediático a cambio de tiempo, tiempo mediático para el PP por tiempo gobernable para CiU». La presentación oficial del plan se ha ajustado de forma milimétrica a este esquema. El 23 de abril, Alberto Fernández Díaz anunciaba ante la prensa el plan para que, al día siguiente, Mercè Homs cumpliera con el formalismo de explicar públicamente lo que lleva meses negociándose en secreto. Ese mismo día, el representante del lobby hotelero, Jordi Clos, afirmaba que la vía de los hoteles en fincas catalogadas era «la idea más inteligente que se ha tenido en los últimos tiempos». Todas las promesas sobre participación se han reducido a una negociación de intereses partidistas en favor del interés privado. Dos derechas que se dan la mano para alzar el brazo del ganador: la depredación turística.