masala és barreja d'espècies

Crónicas de un Salón Rojo

La Casa CNT-FAI en el segundo aniversario de la muerte de Buenaventura Durruti, 20 de noviembre de 1938. Autoría desconocida (IISG)

En julio de 1936, en el corazón de la Via Laietana, las suntuosas dependencias del edificio de la patronal catalana Foment del Treball fueron reconvertidas en la Casa CNT-FAI, el centro de operaciones del movimiento revolucionario liderado por la militancia anarquista que se desplegó en Barcelona coincidiendo con el inicio de la Guerra Civil.

En uno de los locales de la planta baja del edificio de Foment del Treball Nacional, sede del empresariado catalán desde que finalizó su construcción en el año 1934, abrió hace algunos años una franquicia de Starbucks. Pasan por allí, cada año, miles de turistas, religiosamente, a tomar café. Ni esas personas, ni tampoco las innumerables barcelonesas ajetreadas que también recorren día a día la Via Laietana saben que esos dos lugares, el edificio de la patronal y la cafetería adyacente a pie de calle, tuvieron usos y usuarias bien distintas durante el breve fulgor que alumbró el proceso revolucionario liderado por el anarcosindicalismo en Barcelona a principios del siglo pasado. Al mismo tiempo que el pueblo en armas derrotaba el golpe fascista, sus lujosos salones fueron ocupados por los y las anarquistas, y reconvertidos de inmediato en el cuartel general de la Revolución. El edificio pasó a llamarse «Casa CNTFAI» y se llenó de obreras y obreros impacientes, subiendo y bajando a grandes zancadas sus amplias escaleras de mármol. «Compañero, sé breve: la revolución no se hace hablando, sino actuando», rezaba un letrero en el vestíbulo. La ocupación de la sede patronal y el uso de cada una de sus oficinas al servicio de las conquistas revolucionarias era una de las mejores muestras de aquella llamada a la acción. Como expresaba el texto de un reportaje en Solidaridad Obrera —órgano de expresión de la federación homónima—, aquel lugar, más que un gran inmueble, era un gran emblema de lo que había ocurrido:

En Barcelona, pocos edificios gozaban de tanta popularidad como el de Fomento del Trabajo Nacional. Ni tanta popularidad ni tan odiado por la clase trabajadora. El proletariado barcelonés, lo mismo que el del resto de la región, había localizado en este edificio, que hoy ocupan tan dignamente las distintas actividades de la C.N.T. y de la F.A.I., el origen y desarrollo de todas las represiones y múltiples atropellos de que había sido víctima la masa trabajadora. Poco suponían los empresarios y financieros del pistolerismo que, al correr de los años, el edificio sería destinado al servicio de aquellos que hasta entonces habían sufrido las consecuencias de todas las maquinaciones fraguadas en sus bien organizadas oficinas. El majestuoso edificio de la Vía Layetana ha sido dignificado por la Revolución, ya que nunca, como ahora, pudo ostentar el nombre de Fomento de Trabajo Nacional. Porque ahora es cuando se fomenta el trabajo objetivo racional y no a beneficio de una clase que, precisamente, vivía del trabajo de los demás (1).

La incautación de edificios de la burguesía por parte de la CNT se desplegó en toda la ciudad. Entre ellos, la Casa Cambó, junto al edificio de Foment; el hotel Ritz, reconvertido en comedor popular; la Casa Golferichs, transforma
da en Universidad Popular; o el Palau de Pedralbes, cuyas fuentes se convirtieron en improvisadas piscinas municipales infantiles. También se incautaron los edificios religiosos, muchos de los cuales fueron vaciados, con mayor o menor violencia, y utilizados poco después como hospitales.

La entrada

La entrada de los obreros armados en Foment del Treball fue una incautación expeditiva «sin pago de alquileres ni de impuestos» (2) liderada por miembros del Sindicato Único de la Construcción, cuyos locales se encontraban en un edificio cercano de la calle de Mercaders. Esta ocupación se produjo durante la madrugada del día 19 de julio de 1936. Dentro ya no quedaba absolutamente nadie, pero los muebles y los archivos permanecían intactos.

Diego Abad de Santillán, una de las primeras personas en acceder al edificio, lo explicaba así: «Todas las dependencias habían sido totalmente desalojadas, hasta la servidumbre. Los grandes capitalistas habían huido con anticipación, unos por su significación y su pasado, otros porque temían los estragos de la guerra civil que ellos mismos habían subvencionado» (3).

Inauguración de una placa en homenaje a Buenaventura Durruti delante de la Casa CNT-FAI, 1 de julio de 1937. Pérez de Rozas (AFB)

El semicírculo que forma el gran portal de acceso al edificio quedó obstruido por una barricada de sacos terreros y defendido por dos ametralladoras, asistidas por una nutrida patrulla obrera. Se improvisó de inmediato un gran cartel: «Comité Regional de la C.N.T de Cataluña. C.N.T -A.I.T».

Desde el momento de la entrada, la actividad dentro de la Casa CNT-FAI fue frenética. En las mismas oficinas que treinta y seis horas antes ocupaban grandes financieros e industriales de Barcelona y del resto de Cataluña, comenzaron a funcionar los comités y los órganos coordinadores de las principales organizaciones anarcosindicalistas de la ciudad.

El Salón Rojo de la Casa CNT-FAI acoge el Pleno Regional de Sindicatos y Colectividades Campesinas, 1937. P. de Rozas (AFB)

Por un lado, se atendían las necesidades que imponía un momento de máxima excepcionalidad como aquel y, por otro, se establecían las bases fundamentales de la estructuración política, social y económica de la Revolución. Ese mismo día, a la caída de la tarde, fue convocada la primera asamblea plenaria de la CNT y de la FAI. En el lujoso salón de actos, desde entonces rebautizado como «Salón Rojo», no cabía un alfiler. Juan García Oliver, testigo de excepción, describió el ambiente que allí se vivía en sus memorias: «Allí estaban todos los que tenían obligación y derecho, más cuantos pudieron colarse, por no querer nadie perderse lo que se esperaba que serían los debates de más trascendencia jamás oídos en la organización» (4). Hoy en día, Foment oferta el alquiler del auditorio para eventos por 2.600 euros la jornada.

Aquel salón, otrora epicentro de un orden económico basado en la explotación del proletariado, se convirtió en un símbolo. Desde aquel día se celebraron en él un sinfín de encuentros de obreras y obreros humildes, venidos de todos los puntos del principado con un objetivo común. Las columnas, los cortinajes, las maderas nobles del recinto albergaron, entre asambleas, sesiones plenarias, ardorosas conferencias o debates, la efervescencia del sueño de una transformación social, política y económica radical.

Una de las primeras iniciativas consensuadas fue poner en marcha, de inmediato, un comedor para alimentar a las compañeras y compañeros que, calle a calle, se jugaban la vida. La crónica de Tierra y Libertad detalla cómo funcionó:

Los comedores de la Casa de los sindicatos están integrados por tres habitaciones contiguas. Una, alargada, con sillones acolchados de línea moderna. Otra, casi cuadrada, también con sillas acolchadas y mesas redondas. La última es rectangular, con mesas y sillones. Comen en ellos, ahora, de 500 a 600 comensales. […] Se cuenta en las cocinas con dos mujeres y ocho hombres, todos del sindicato de la Alimentación. En los comedores, sirven hombres al mediodía y mujeres por la noche. Se proporcionan desayunos y, entre horas, también se sirven vasos de leche o pequeños bocadillos para aquellos compañeros que, debido a la agitación no pudieron comer a sus horas. […] Era preciso dar de comer a esas gentes animosas e incansables que se mantenían horas y horas en pie, sin dormir y casi sin comer, andrajosos pero íntegros (5).

Las secciones

Con el paso de los días, todas las plantas y las dependencias del edificio fueron ocupadas por los principales órganos revolucionarios de Barcelona: el Comité Regional de Cataluña, el Comité Peninsular de la FAI, la Federación Local de Sindicatos de Barcelona, el Comité Regional de las Juventudes Libertarias, el Sindicato de la Construcción y otras entidades afines.

Se instalaron también, de forma permanente, el Comité de Defensa Confederal y, en el ático, el Servicio de Investigación, dirigido por Manuel Escorza, cuyo papel fue determinante en temas relativos a tareas de detención, represión e información y también a las incautaciones de importantes sumas de dinero u objetos de valor. Los archivos de Foment del Treball y de la Lliga, hallados en la contigua Casa Cambó, proporcionaron nombres, datos, relaciones y direcciones, con los que se elaboraron las principales listas negras de las personas que debían ser detenidas, interrogadas, y, si así se consideraba, ejecutadas (6).

Oficina de Información y Propaganda, cuarta planta de la Casa CNT-FAI, 1936. Autoría desconocida (AFB)

En el cuarto piso del edificio se ubicó la Oficina de Información y Propaganda, artífice de la creación y difusión de una nueva iconografía libertaria que vindicó positivamente, tanto aquí como en el extranjero, las conquistas de la Revolución Social.
Creada meses antes de la formación del Comissariat de Propaganda de la Generalitat de Catalunya, la oficina estuvo dirigida por el periodista Jacinto Toryho y su estructura abarcó ámbitos de trabajo, formatos y estrategias muy diversas. Desde el inicio se impulsó una
Sección Cinematográfica, a cargo del realizador Mateo Santos. Bajo su dirección, se rodaron, con diversas cámaras, escenas en cuarteles asaltados, barricadas, iglesias todavía humeantes, calles y fábricas, que dieron como resultado el filme Reportaje del movimiento revolucionario en Barcelona, estrenado el 19 de agosto de 1936 en diversas salas de la ciudad. Esa primera película anarquista, que inauguraba la crónica audiovisual de la Guerra Civil, aportaba a su vez un hecho insólito: una revolución filmada por los mismos obreros y obreras combatientes (7).

Desde la oficina, se impulsaron también las emisiones de la Radio CNT-FAI, una Sección Exterior, que se encargó de editar periódicos y boletines de información en varios idiomas, y una Sección de Fotografía, cuya misión fue documentar y crear un archivo gráfico —tal vez el más importante en la historia del anarquismo— sobre el proceso revolucionario. En esta área participaron indistintamente cámaras amateurs y cámaras profesionales, entre las que destacan los nombres de Kati Horna, Margaret Michaelis, David Marco, Carlos Pérez de Rozas o Antoni Campañá.

Aquellas fotografías nutrieron las páginas de los principales diarios y revistas libertarias de la época como Umbral, Tierra y Libertad, Solidaridad Obrera o Mujeres Libres y también fueron usadas en una gran número de portadas de libros, juegos de postales, boletines y álbumes gráficos de amplia distribución en los quioscos de la zona republicana.

La librería

Librería situada en los bajos de la Casa CNT-FAI, Vía Durruti (Via Laietana), 1936. Autoría desconocida (IISG)

Anexa al edificio de Foment del Treball, en una planta baja, exactamente en ese mismo local que ahora ocupa el Starbucks, la Oficina de Información y Propaganda abrió una librería. Allí, en un pequeño escaparate, se exponían al público que pasaba por la Via Laietana, los frutos que daba día a día su notable esfuerzo editorial: revistas, libros, boletines, periódicos, juegos de postales, ilustraciones… Una militante, de nombre Aurora Guiu, fue la encargada de llevar adelante aquel modesto local. Le ayudó un chaval de doce años llamado Manuel Gotor (8), vecino de la Ribera. Una de sus tareas era manejar la ciclostil que había en la librería. El «niño de la ciclostil» pasaba horas en la tras tienda tirando copias de actas, informes, octavillas y otros documentos que, con el tiempo, han resultado fundamentales para la investigación y la recuperación de la memoria del movimiento libertario. Cuando tenía hambre, Manuel se adentraba en los pisos superiores a pispar latas de leche condensada, que succionaba con fruición en el descampado de delante. Luego se iba otra vez a ciclostilar.

La huida

En enero de 1939, mientras las tropas franquistas entraban en las calles de Barcelona, la Casa CNT-FAI fue abandonada a toda prisa. Los documentos conservados que pudieron rescatarse entonces —no se sabe exactamente qué cantidad ni con qué criterios se seleccionaron— fueron distribuidos en cajas viejas de tabaco y armamento, y cargados en un tren rumbo a París.

Según una nota de La Vanguardia:

Durante los días 24, 25 y 26, las organizaciones políticas y sindicales de la capital adoptaron la «heroica» medida de pegar fuego a sus archivos documentales, ya que la prisa que tenían por huir no les permitía llevárselos consigo hacia Francia. El jueves, los valientes de la C.N.T. amontonaron en los despachos requisados en el edificio del Fomento del Trabajo Nacional los documentos de su pertenencia, e hicieron con ellos una gigantesca pira, anticipándose a darles el destino que, quizá, hubiesen tenido de haber caído en manos de nuestros soldados (9).

La documentación acabó recalando en el Instituto Internacional de Historia Social de Ámsterdam en 1947, después de un azaroso viaje por Europa, nuevamente mermada tras un bombardeo nazi sobre Londres durante la Segunda Guerra Mundial. En Ámsterdam sigue depositada hoy, a disposición de quien quiera y pueda consultarla, en una suerte de exilio sin final. Contra el olvido.

Notes:

(1) Solidaridad Obrera, 6 de septiembre de 1936.

(2) Juan García Oliver: El eco de los pasos, Ibérica de Ediciones y Publicaciones, Barcelona, 1978, p. 183.

(3) Diego Abad de Santillán: Por qué perdimos la guerra, Almuzara, Madrid, 2018, p. 55.

(4) García Oliver, op. cit., p. 185.

(5) Tierra y Libertad, 7 de agosto de 1936.

(6) Agustín Guillamón: Los Comités de Defensa de la CNT en Barcelona, Aldarull, Barcelona, 2011, pp. 44-50.

(7) Pau Martínez: La Cinematografía anarquista en Barcelona durante la Guerra Civil: 1936-1939, Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, 2008.

(8) Santiago Lupe: «El niño de la ciclostil. Una historia de la Barcelona revolucionaria», en Izquierda Diario, 17 de febrero de 2020.

(9) La Vanguardia, 29 de enero de 1939.

El presente texto es fruto de la investigación «Gráfica obrera y anarquista» que desarrolla el colectivo Observatori de la Vida Quotidiana (OVQ) desde 2016. Más información en: ves.cat/euAZ.