En la Unión Europea, los productos tienen libertad de circulación. Las personas, no. Dando esto por sentado, es evidente que algunas personas, por el hecho de haber nacido en uno u otro sitio, lo tienen más o menos fácil para cambiar de residencia dentro de la Europa fortaleza. Acto seguido, el testimonio de un «ciudadano europeo italiano» y sus pesquisas para conseguir el NIE.
Vine a Barcelona para renacer y, en cambio, me encontré reviviendo las mismas infames dinámicas de Italia. Lo que se suponía que iba a ser un rescate personal y profesional ha tomado inmediatamente la forma de una derrota, no la mía propia, sino la de todo un país… o tal vez debería decir de dos países… o de todo un sistema.
Nací y me crié cerca de Nápoles y me mudé a Cataluña para buscar un trabajo que, obviamente, en el sur de Italia me costaba encontrar. Soy, por tanto, ciudadano comunitario y, como toda la ciudadanía de la Unión Europea, tengo libre acceso a España y no debo hacer frente a las muchas vicisitudes a las que, sin embargo, están sometidos las personas extracomunitarias.
Sin embargo, para encontrar trabajo en Barcelona, aquellas nacidas en la UE también se enfrentan a un escollo difícil de salvar: el NIE. Como puede leerse en la página web del Ministerio del Interior español: «Los extranjeros que, por sus intereses económicos, profesionales o sociales, se relacionen con España, serán dotados, a efectos de identificación, de un número personal, único y exclusivo, de carácter secuencial». Por lo tanto, el «extranjero» que, por razones profesionales, económicas o sociales, pretenda trasladarse a España deberá estar en posesión de este documento.
En primer lugar, para obtener el NIE es necesario solicitar una cita en una de las comisarías que operan en España y presentar un formulario, algunos documentos de identificación y un contrato de trabajo.
Necesito el NIE y lo primero que tengo que hacer es pedir online una cita en la comisaría de la Rambla de Guipúscoa, 74. Ya estoy delante de mi PC, a las 7 horas, y empiezo a hacer clic como un loco en el botón «solicitar cita» de la página web del Gobierno de España. Después de dos horas de intentos inútiles (y sanas blasfemias) miro a Houston, mi gato, y le digo: «Tenemos un problema». Llamo a Marco, un amigo que vive aquí desde hace ocho años, que me explica que es normal, que en Barcelona y Madrid hay tanta migración que la demanda es muy alta y que estas «estrategias» son un intento de frenar la expedición de este documento imprescindible. «¡Empezamos bien!», me digo a mí mismo.
Siguiendo el consejo de Marco, me suscribo a una página de Facebook llamada «Italianos en Barcelona» y echo un vistazo a las conversaciones sobre el tema. En pocos minutos, me doy cuenta de que la situación es más complicada de lo que pensaba y que conseguir cita no es pan comido. Podría conseguirlo tras innumerables e inciertos intentos, pero aparentemente hay soluciones alternativas incluso más rápidas:
- ir a un locutorio y pagar un importe «irrisorio» para que un trabajador se quede durante nueve horas frente al ordenador y haga clic en mi nombre;
- contactar con alguna agencia local que se ocupe de este procedimiento y que pueda obtener rápidamente una cita, previo pago de un importe «irrisorio»;
- ir a la comisaría de una ciudad cercana específica, sin cita previa.
Por motivos económicos e ideológicos descarto a priori las dos primeras opciones. Los pagos podrían ser «irrisorios» para muchas, pero un ojo de la cara para otras. Miro a Houston y prometo que en esta batalla saldremos ganando. Mientras tanto, él parece haber aprobado el sofá de este agujero de cuarenta metros cuadrados y novecientos euros al mes situado en el Born y que comparto con otra persona.
Sant Cugat
Son las 8.45 de un martes catalán normal. Está lloviendo y llego a la comisaría quince minutos antes de la apertura. Recuerdo perfectamente la imagen que me esperaba delante de la puerta principal: una cola de al menos veinte metros. Mientras aguardo a que abran, empiezo a hablar con una chica y su pareja. Ella es italiana, él es brasileño y están en Sant Cugat por la misma razón que yo. De nuestra conversación, lo que más me sorprende es que ambos han llegado aquí por la noche: tomaron el último tren en la plaza de Cataluña y, después de treinta minutos, alrededor de a la una de la mañana, ya estaban delante de la comisaría. Han dormido aquí, bajo la lluvia, para ser los primeros en la fila. ¿Por qué? Pues bien, porque en Sant Cugat otorgan solo cuatro NIE al día y ella tiene que empezar a trabajar el próximo lunes, y sin NIE no puede hacerlo. Me cuentan también que las otras personas de la cola arribaron no más de una hora más tarde y, entre ellas, hay una joven francesa que, al llegar, anunció: «Estoy sola, pero cuento por tres personas». Me confiesan que esta es una práctica muy común, y que es muy probable que esta joven recibiera un pago de las otras dos para ocupar el lugar.
Aquí vamos de nuevo: aunque me levante temprano, siempre encuentro a alguien que ha llegado antes que yo. Me escapé de Italia debido a la corrupción desenfrenada, pero empiezo a sentir que incluso desde esta otra parte del Mediterráneo las cosas no se ven mucho mejor. Todo lo que debo hacer es volver a Barcelona e intentar con la solución más rápida y barata: el locutorio.
El locutorio
Me bajo en la parada de Jaume I, tomo un café en uno de los muchos bares italianos que rodean el mercado de Santa Caterina, y le pregunto al primer compatriota que pasa por delante de mí si conoce algún locutorio que ofrezca este servicio. Me indica, le doy las gracias, pago mi café y voy al locutorio situado en un callejón no muy lejos del mercado. Entro y, con un poco de miedo, pregunto si el servicio se ofrece realmente y a qué precio. Sé que estoy haciendo algo ilegal, pero el propósito es legal, ¿no? Pago treinta euros, dejo mis datos personales y el propietario me dice que vuelva por la tarde para comprobar la hora de la cita. Cuando regreso, a las seis, el dueño me mira con cierta satisfacción y me dice que todo ha ido bien: puedo ir a la comisaría de Guipúscoa dentro de un mes.
En este punto, puedo descargar en línea el formulario de solicitud del NIE y, como documento de identidad no me falta, solo necesito ya el documento más importante: el contrato de trabajo. Pero, entre otras cosas, para tener un contrato de trabajo, hay que estar en posesión del NIE. Por lo tanto, es un perro que se muerde la cola: una cosa necesita de la otra, sin NIE no puedo conseguir un contrato de trabajo y sin trabajo no puedo conseguir el NIE. Toda ley, sin embargo, tiene una grieta y donde hay una grieta también surgen trucos que rozan el límite de la legalidad. Marco, de hecho, me dice que no necesito el contrato, que con un «precontrato» de trabajo será suficiente.
El precontrato
Un precontrato de trabajo es un documento en el que el propietario o propietaria de una actividad comercial o servicio declara que iniciará una colaboración con una determinada persona a partir de una fecha determinada. No es más que una hoja con dos líneas y un sello. Como todavía no he encontrado trabajo (porque no tengo el NIE), tendré que inventar algo. No quiero molestar a Marco, así que pongo una pregunta en el grupo de Facebook «Italianos en Barcelona»: «Gente, necesito un precontrato de trabajo para conseguir el NIE, ¿cómo puedo hacerlo?». Las respuestas no tardan en llegar. Un tipo me avisa de que una famosa pizzería italiana en el centro histórico «ofrece» este documento, previo pago de un importe que oscila entre los cien y los ciento cincuenta euros. Inmediatamente descarto esta opción, quiero mantenerme alejado de los camorristas también aquí, en Cataluña. Otro usuario me habla de agencias y de bufetes de abogados que se ocupan de acelerar el procedimiento administrativo a través del pago de una tasa. No pretendo tratar con ellos, pero quiero saber si es verdad. Así que me pongo en contacto con una de estas agencias y en privado me responden así:
Próximamente cumpliremos dos meses desde la fundación de nuestra agencia. Hemos cerrado más de sesenta casos, o sea más de un caso por día. Obviamente, seríamos hipócritas si dijéramos que no hubo problemas o complicaciones, afortunadamente todos resueltos. Por desgracia, existe una compraventa interna de las citas previas, y hay agencias y bufetes de abogados que las compran y venden a un elevado precio (de un mínimo de 50 € a un máximo de 100 €). El compromiso radica en la rapidez con la que se obtiene esta cita previa, en un plazo máximo de 21 días. Por eso decidimos dar a nuestros clientes la oportunidad de elegir entre tres opciones:
1) Elegir el paquete «Sin pensamientos», que incluye un formulario rellenado y revisado por nuestros expertos para la asignación del número de Seguridad Social y para la afiliación. Formulario y formulario NIE rellenados y revisados por nuestros expertos. Precontrato de trabajo con una empresa asociada como justificación para el NIE y para la Seguridad Social. El paquete tiene un coste FIJO de 100 €, que usted puede pagar en el momento de la entrega de la documentación por parte del consultor, todo esto SIN CITA PREVIA. Usted podrá de todos modos recibir instrucciones, etc.
2) Elegir el paquete «Sin pensamientos PLUS», que incluye todo lo escrito antes SIEMPRE SIN CITA PREVIA, aunque a diferencia de la primera opción, no solo se le darán instrucciones, sino que el consultor le acompañará personalmente a la oficina indicada para tratar de conseguir el NlE sin cita previa. Este paquete cuesta 120 €, que usted pagará en el momento de la entrega de la documentación por parte del consultor. Si después de dos intentos no llega a conseguir el NIE sin cita previa, solo abonará una diferencia de 30 € para utilizar el siguiente paquete.
3) Elegir el paquete «Sin pensamientos GOLD», que incluye todo lo que está escrito arriba, INCLUYE LA CITA PREVIA, que se obtiene en un período de tiempo que dura de tres a catorce días. Este paquete cuesta 150 €. Tras la entrega de la documentación por parte de nuestro consultor, usted pagará 100 €, es decir, el valor FIJO del paquete, y los 50 € restantes a la entrega de la CITA.
Me quedo sin palabras. Esto es pura mafia y, por si fuera poco, incluso el título dado a los tres paquetes ofrecidos recuerda a una famosa línea de la serie de televisión Gomorra. Se trata de un verdadero negocio de citas ilegales: un servicio público y gratuito es explotado por organizaciones privadas (¿la mafia?) para obtener dinero. Aparentemente, por desgracia, no son los únicos que lo hacen. Simplemente hace falta escribir «NIE Barcelona» en Facebook para entender que el fenómeno es más extenso de lo que podamos imaginar y que no solo afecta a mi nacionalidad.
Para hacernos una idea del alcance del negocio, podemos calcular un importe con base en los datos que la agencia me envió en privado. Como si fuera un problema de matemáticas de educación primaria: «Si en dos meses, una agencia afirma que ha logrado cerrar unos sesenta casos de asistencia para obtener el NIE. Y los paquetes valen 100, 120 y 150 euros. Utilizando una media de 125 euros, el importe obtenido será de…». De 7.500 euros en dos meses. No está nada mal para un negocio que, como dicen, está empezando. Es de suponer que habrá muchas más en toda Cataluña que llevarán tiempo trabajando en el sector.
Obtención de NIE de forma legal
Me ofendo y me pongo en contacto con un bufete de abogados a través de Skype. Al otro lado de la pantalla me atiende Roberto, un señor italiano de unos cincuenta años que se muestra muy solícito. Tras una breve presentación, Roberto quiere señalar que, además de poder pedir un NIE como persona establecida en España (en este caso hay que acreditar que se tiene un contrato de trabajo, la residencia, una cuenta corriente, etc.), también es posible solicitar un NIE por razones económicas («Asignación de un NIE por motivos económicos», le llama) como en los casos de aceptación de herencia, constitución de empresas, compraventa de acciones o inmuebles, darse de alta como trabajadores autónomos, contrato de arrendamiento o de trabajo, etc.
La gente, entre la cual me incluyo, se vuelve loca pensando que no pueden conseguir un NIE sin un contrato de trabajo, pero pobrecitos de ellos… se equivocan. El error es taaan simple: ¡los que llegan por primera vez a España deben necesariamente solicitar la «Asignación de un NIE por motivos económicos»! Entonces, tan pronto como se instale en cualquier ciudad española, será fácil solicitar tranquilamente el NIE para residentes, ya que, por descontado, poseerá una casa, un trabajo, una cuenta bancaria, etc.
Ironías aparte, existe un muro burocrático, en un continente que define la «libertad de circulación y residencia de las personas dentro de la UE como piedra angular de la ciudadanía de la Unión». Los organismos españoles competentes lo promueven y no hacen nada al respecto del entramado económico, legal o ilegal, que surge en torno a ese muro. Como tampoco han hecho absolutamente nada por rescatar a las miles de personas migrantes que se han ahogado entre las costas españolas e italianas en la última década. Ellos y ellas tampoco pudieron obtener el NIE.
«En este momento no hay citas disponibles»
La solicitud del NIE (o el TIE) es un trámite básico para cualquier persona que migre al Estado español; para las «ciudadanas no comunitarias» se trata, además, del inicio de un denso y costosísimo periplo de trámites y gestiones que se extenderán durante años, siempre con resultados inciertos. Para prácticamente todos estos trámites, será necesario disponer de una «cita previa». Sobre el papel, conseguir esta cita debería ser tan fácil como obtenerla para renovar el DNI. En la práctica, las citas previas pueden demorarse semanas o meses.
El colapso en el sistema de citas de las oficinas de Extranjería, lejos de ser anecdótico o transitorio, es un hecho palpable y permanente (denunciado sistemáticamente, por ejemplo, por el Colegio de la Abogacía de Barcelona desde 2017). Un ejemplo reciente ha sido la organización, en octubre de 2019, de la campaña «Sin Citas no hay Derechos» en Madrid, por parte de colectivos y asociaciones de la ciudad, que ha denunciado como este hecho dificulta enormemente el acceso a los trámites de regularización de la situación administrativa y levanta una nueva frontera invisible.
En el caso de Barcelona y en referencia a las citas en sede electrónica, la Subdelegación del Gobierno y la Jefatura Superior de Policía de Barcelona, en comunicaciones con el Defensor del Pueblo (1), culpan a terceros señalando únicamente a «locutorios», donde «las citas son acaparadas […] para elevar la demanda existente y justificar el cobro, ocasionando que los interesados no puedan realizar el trámite y deban pagar por un servicio que es gratuito».
Las quejas registradas por el Defensor del Pueblo se extienden a otros territorios, más allá de Madrid y Barcelona, como Girona, Valencia, Murcia, Sevilla, Alicante y Palma de Mallorca.
En Girona, este colapso fue denunciado también en octubre de 2019 por el Síndic de Greuges, relatando esperas de hasta seis meses en las citas previas. Según datos de CCOO (2), en esta ciudad, la plantilla estatal que cubre Extranjería, en cuatro años, ha pasado de 33 a 24 empleados.
También en las oficinas de Barcelona, respecto al personal disponible, la Subdelegación de Gobierno admite en la misma comunicación con el Defensor del Pueblo que «a consecuencia del último concurso de provisión de puestos de trabajo, han cesado 10 personas». Ante estos datos, la falta de personal funcionarial en las oficinas de Extranjería y la consiguiente escasez de citaciones serían los cimientos de estas fronteras invisibles.
Notas
1 Véase ves.cat/erp1
2 Véase ves.cat/erp2
Todas las ilustraciones de este artículo han sido realizadas a partir de fotografías y material documental especialmente cedido para este texto.